La República Popular de China tiene una larga tradición en la consumición de bebidas alcohólicas, pero no particularmente de vino. Tiene todo que ver con el hecho de que hace unos 10.000 años, los chinos de aquel entonces se dedicaron a la producción de licores derivados de los excedentes de su basta producción cereal.
En el otro lado se encuentran los griegos, de quien procede la tradición del cultivo de vides en tierras menos fértiles en las que se asentaría nuestra mediterránea pasión por el vino.
El paso del tiempo ha puesto al vino en el lugar que se merece en la gastronomía china. En este siglo XXI, donde la globalización no es teórica sino real, y donde el poder económico está repartido entre asiáticos y norteamericanos, el vino ha conseguido hacerse un lugar entre los productos con grandes oportunidades de negocio dentro de las fronteras del gigante asiático. Por consiguiente, no es ninguna aventura considerar de forma muy seria exportar de España a China.
El mercado del vino en China puede considerarse todavía pequeño, pero su potencial de crecimiento es altísimo. No cabe decir lo mismo de otros productos alcohólicos como la cerveza o los licores tradicionales, donde los crecimiento son casi nulos. En el lado opuesto está el vino, que no para de crecer a ritmos cercanos al 10% anual y la popularidad y el interés en él y en la cultura que lo rodea es cada vez mayor.
El consumo por habitante en China aún es bajo, pero considerado en términos agregados, China es el quinto consumidor de vino del mundo, por lo que las bodegas de los principales productores europeos y americanos están tratando de abrirse un hueco en el mercado chino, especialmente en las grandes ciudades como Pekin o Shanghai. En ese sentido, y dada la importancia del Puerto de la ciudad de Shanghai, recomendamos como opción exportar de España a Shanghai si va a realizar un envío en condiciones CFR. Otras alternativas igualmente válidas son:
Los vinos españoles: La mejor calidad/precio del mercado en China.
La imagen del vino español en China ha mejorado con el paso de los años. Hace más de una década, era percibido como un vino de baja calidad, pero en los últimos años esto ha cambiado radicalmente en gran parte por el esfuerzo de las bodegas en posicionar sus productos e invertir en el mercado.
En la actualidad, el vino español aún no es tan popular como el francés o el italiano, pero goza de una imagen de producto con una elevada relación calidad/precio.
El dato lo demuestra: el precio medio CIF por litro de vino embotellado español en 2014 es de 2.12 €, mientras que el precio medio por litro de vino estadounidense es de 3.92, el francés es de 3.69, el australiano de 4.92, o el italiano de 3.18 €.
En cuanto a preferencias de los chinos, prefieren el vino tinto al blanco, que no acaba de cuajar. La razón probablemente se encuentra en el hecho de que los asiáticos acompañan sus comidas con bebidas a temperatura ambiente o templada, y el vino blanco no encaja tan bien con este hábito. Más de las tres cuartas partes de las ventas son de vino tinto.
Aún es pronto para decir que las regiones vinícolas espñaolas están bien representadas en China. Son pocas regiones productoras españolas las que tienen una presencia notable, como pueden ser las denominaciones de Ribera del Duero y Rioja. En lo relativo a las variedades de uva mencionar el caso del Tempranillo o Monastrell, que de momento tan sólo se da entre expatriados y entre una pequeña (pero creciente) clase de entendidos vinícolas.
Es del todo oportuno destacar la labor que está realizando el gobierno chino por impulsar el consumo de esta bebida en detrimento de las tradicionales bebidas alcohólicas derivadas de los cereales. Este impulso, sumado a la consolidación de una clase media que demuestra ya interés por los gustos y la cultura occidental, hace aún más interesantes si cabe las oportunidades (y los retos) para exportar vino español a China. Los desafíos no son pocos ni pequeños: aumentar cuota de mercado y competitividad en los precios, pero antes de nada, es necesario ganar mayor prestigio como productores de calidad igualable a la de nuestros competidores franceses, italianos o estadounidenses.
Los plazos en el transporte marítimo de mercancías varían mucho de país a país de destino. Así, el tránsito internacional por el Mediterráneo oscila entre 1 y 5 días; en el caso del océano Atlántico, entre 12 y 20 días; el océano Pacífico requiere entre 25 y 35 días; y el acceso marítimo a Asia puede suponer entre 25 y 50 días. A estos plazos hay que añadir la demora ocasionada por cualquier incidente, así como por la tramitación del despacho de aduanas, motivo por el cual, siempre es recomendable proceder a iniciar la campaña de exportación con un plazo de 3 meses.